Mientras Europa busca desesperadamente alternativa al gas ruso, una provincia española ya la ha encontrado: Burgos
A pocos días de que comience el verano, Europa tiene la mirada puesta en el invierno. No porque quiera omitir un verano caluroso, sino por una preocupación real: las reservas de gas están casi vacías. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado que los líderes comunitarios debatirán nuevas medidas, incluso el posible cierre definitivo del gasoducto Nord Stream. Así que, mientras en las altas esferas se diseñan estrategias geopolíticas, en un pequeño pueblo de Burgos se consolida una solución: la biomasa.
Y dieron con la tecla. En Doña Santos, una localidad burgalesa de poco más de cien habitantes, se encuentra la sede de Hijos de Tomás Martín, una empresa familiar que lleva 90 años vinculada al aprovechamiento de la madera.
Sin embargo, no fue hasta el año 2011, que bajo la marca Burpellet, empezaron a producir pellet para aprovechar los residuos del aserradero. Diez años más tarde, ampliaron su actividad con una segunda planta en Huerta del Rey, que hoy cuenta con una capacidad de 150.000 toneladas anuales —el equivalente a cinco millones de sacos—, consolidándose como el mayor productor nacional y uno de los principales referentes europeos en biomasa.
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Calor en tiempos inestables. Mientras los precios de la electricidad y los combustibles fósiles se encuentran en una montaña rusa, el pellet ha encontrado su equilibrio. Según AVEBIOM (Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa), el pellet se mantiene como una de las opciones energéticas más competitivas, con un coste medio de 7 céntimos de euro por kWh, por debajo del gas natural, el gasóleo de calefacción y muy por debajo de la electricidad. En otras palabras, un saco de 15kg saldría a 5,04€, un descenso del 2,6% respecto al trimestre anterior.
La tormenta energética global. Solo este año, Europa deberá gastar 10.000 millones de euros más que en 2024 para reponer sus reservas de gas, presionada por un invierno más frío y una fuerte competencia global, según el Financial Times. Y aunque los precios siguen por encima de los de 2024, se han mantenido sorprendentemente estables en las últimas semanas. Según Bloomberg, China que era uno de los grandes compradores globales de GNL, ha reducido sus importaciones por cuarto mes consecutivo, lastrada por una economía más débil, tensiones arancelarias con Estados Unidos y un repunte de fuentes internas.
No obstante, nada está garantizado porque en los meses de julio y agosto se esperan temperaturas extremas en el horizonte, lo que podrían cambiar el tablero. Además, países como Egipto podrían entrar con fuerza en el mercado y encarecer los envíos, justo cuando Europa más los necesita, cómo han explicado en Bloomberg. La presión geopolítica, un mercado global inestable y el retraso en la transición hacia tecnologías como el hidrógeno convierten el abastecimiento energético en un tema de máxima prioridad para Bruselas.
Un buen camino. A pesar del empuje del GNL y las promesas del hidrógeno verde, las soluciones inmediatas no siempre vienen de nuevas tecnologías. A veces están ya funcionando, lejos de los focos. En lugares como Doña Santos. Mientras Bruselas proyecta el futuro energético del continente, en los bosques de Burgos ya hay una respuesta funcionando: estufas, calderas y edificios calentados con virutas de madera compactadas. No suena tan moderno como el hidrógeno, pero es limpio, eficiente y local.
Imagen | Rawpixel
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La noticia && Mientras Europa busca desesperadamente alternativa al gas ruso, una provincia española ya la ha encontrado: Burgos fue publicada originalmente en && Xataka por && Alba Otero .